Ahora mismo me encuentro en un momento de mi vida en el que no sé nada. No encuentro la respuesta a una pregunta sin que con ella me salgan veinte preguntas más.
Y de repente me vuelvo loca y digo ''venga, qué coño, tiremos la casa por la ventana, hagamos locuras'' y a la media hora me encuentro recogiendo pedacitos de mi casa en medio de la calle, con la cabeza baja y diciendo ''en qué pensabas, tonta''.
Y después vienes tu, calle abajo, y arrasas con todo. Conmigo, con mi casa, con sus pedacitos y con mis pedacitos y mis destrozos.
Y me llevas contigo abajo, muy abajo, y me tumbas en la arena y empiezas a arreglarme. Coses por aquí, coses por allá.
Y me levanto con vida propia sintiéndome Frankenstein en femenino y adorando cada cosa que haces.
Y entonces me subes. Me subes muy alto. Me llevas al cielo contigo y puedo rozar cada nube verde que da color a tus ojos, siento el rojo del cielo corriendo por tus venas y allí en lo alto, con o sin gravedad sé que estoy feliz, porque estoy contigo. Y la respuesta a todas mis preguntas se evaporan, porque ya no hay preguntas que hacer.
Y sólo te pido que si me sueltas, lo hagas despacio, que no lo hagas de golpe. Que las caídas desde tan arriba duelen, y no quiero que se vuelva a romper lo que soy.
Comentarios
Publicar un comentario